La música como camino

Recuerdo que de pequeño, fascinado con las orquestas sinfónicas y con los instrumentos tenía un sueño, y me preguntaba por qué en ciertas obras no habían arpas, y en otras pianos… se me hacía injusto, incompleto y poco ambicioso. Entonces pensé en que tal vez si nadie lo había hecho, o nadie lo hacía, yo iba a ser el primero en hacer una obra, una sinfonía que incluyera a todos los instrumentos del mundo, de todas las etnias, culturas, razas y tiempos.

La música si es una herramienta para la paz y para la unión. Admiro el trabajo de Daniel Barenboim, y se me ha aguado el ojo dos veces por él. Ambas han tenido que ver con el y su orquesta del oeste y este de Divan.


La razón no es la música, no es simplemente reunir a un montón de personas y darles instrumentos y que se unan… eso no sirve. No sirve predicar si no se practica. La base de una buena orquesta es el respeto, respeto por el director, respeto por los compañeros de instrumento, y por los compañeros de otros instrumentos. Si no hay respeto, los trombones no dejan oír los violines, y la obra se pierde… La música si tiene el poder de unir, y de dar paz al alma, pero una obra mal dirigida, mal balanceada, sin respeto, es un desastre, que puede ser arreglado con un trabajo de post-grabación y queda en una ilusión de algo que no fue y que no es.

Ojalá que algún día, podamos seguir el ejemplo de la West Eastern Divan Orchestra y haya verdadera unión, haya verdadero respeto, y de esta forma sí se podrá pensar en hacer música para unir y para promover la paz.

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